Hoy inauguro la nueva sección Arte al Detalle. Periódicamente iré escribiendo sobre diferentes obras maestras de la pintura que podemos disfrutar en Madrid.
Este año se conmemora el IV Centenario de la muerte de El Greco y desde el blog me gustaría realizar también un pequeño homenaje, por lo que los primeros cuadros serán sobre su obra. Para consultar las diferentes actividades de este acontecimiento, podéis pinchar aquí.
El primero es un cuadro de sobra conocido por todos, pero que a pesar de su sencillez esconde muchos detalles y secretos, vamos a descubrirlos!!
El caballero de la mano en el pecho
Autor: Doménikos Theotokópoulos El Greco
Fecha: 1578 - 1580 / Manierismo
Óleo sobre lienzo 81´8 x 65´8 cm
Dónde encontrarlo: Sala 8B del Museo del Prado
Es uno de los retratos españoles más conocidos en el mundo. Se trata de un retrato de un personaje desconocido, vestido con traje negro de cuello y puños de encaje y luciendo colgante y espada, detalle que destaca su condición de caballero. En su tiempo se convirtió en la representación clásica y honorable del español del Siglo de Oro.
Su posición, con la mano en el pecho mirando al espectador, da la sensación de realizar un pacto con el observador, manteniendo fija la mirada. Destaca además el naturalismo del gesto de la mano.
Existen muy diversas interpretaciones entorno a la identidad del personaje y al significado del gesto.
El gesto, según ha demostrado Márquez Villanueva, representa el momento de hacer un voto. Llevarse la mano derecha al lado izquierdo, donde se encuentra el corazón, indica no sólo devoto respeto, sino también una declaración de intenciones que ha de ser mantenida como cuestión de honor. La aparición de la espada proclama el compromiso, y el que esté desenvainada significa prestar juramento o hacer voto solemne de combatir para defender la palabra de Dios.
Si bien no conocemos su identidad, su nobleza salta a la vista. Las cejas levantadas y la mirada imperturbable denotan altivez. Su superioridad social se representa también en el refinamiento de sus rasgos y en su aspecto inmaculado que es la personificación de la elegancia. El rico atuendo, su cadena, su colgante de oro y el pomo de su espada dan fe de su riqueza y superioridad social.
Sin embargo su elitismo está templado por la virtud: su mente está puesta en cosas más altas. Aunque su ojo derecho nos mire fijamente, más que detenerse en nosotros nos atraviesa, nos mira cara a cara, sin pestañear. Para este noble caballero cristiano, su fortaleza expresa su entrega a Dios. Esta idea de entrega está realzada por el hecho de que el otro ojo, de parpado caído mire hacia abajo meditando sobre la gravedad de su empresa, revelando su prudencia.
No adornan el cuadro galas vistosas, sino que el decorado es parco, sin ninguno de los accesorios convencionales, cortinas, mesas cubiertas de terciopelo, arquitectura clásica que denotan riqueza y rango. Proclama así su renuncia a las vanidades.
Aunque existan dudas razonables, se ha llegado a identificar al caballero con Juan de Silva y Ribera, III Marqués de Montemayor, alcalde del Alcázar de Toledo. En algún momento se ha llegado a plantear que el retratado era manco del brazo izquierdo. Este dato y la fecha de realización hace pensar que pudiera tratarse de un retrato del genial escritor castellano, don Miguel de Cervantes. También se ha pensado en un autorretrato, aunque no existen datos que avalen esta posibilidad. Hay también teorías que afirman que la mano oculta revela una identidad masónica.
El estilo escogido por El Greco complementa el contenido. El punto de vista centrado a la altura del ojo derecho hace que el espectador no sólo se encuentre cara a cara con el cuadro, sino que le mire a los ojos. También enfatizó la centralidad y la simetría, marcada por el copete el pelo, la nariz y la punta de la barba que forman el eje central.
En octubre de 1996 el cuadro entró en el taller de restauración del Museo del Prado. Durante tres meses se limpió "de forma intensiva" y el resultado fue sorprendente. La firma en letras griegas mayúsculas, que se consideraba auténtica de El Greco, fue eliminada y el fondo negro que se fundía con el personaje pasó a ser grisáceo, reconociéndose ahora perfectamente la silueta del caballero, ganando la figura en volumetría y colorido. Incluso la tonalidad de la empuñadura de la espada también ha cambiado, apreciándose ahora la diferencia de los metales: plata dorada al mercurio de la empuñadura, y oro repujado la bola que la decora; estos metales se reflejan en las sedas negras del traje del caballero, que han ganado en calidad y en brillo. También se aprecia un cambio en las medidas del lienzo que ha sido recortado ya que en anteriores restauraciones había sido reentelado, incorporándose cuatro tiras de lienzo que han sido suprimidas. En definitiva, el Caballero luce ahora con todo su esplendor, apareciéndose ante el espectador como un miembro de la aristocracia con los hombros algo caídos, estando el derecho ligeramente inclinado para sujetar la espada.
El cuadro antes de la restauración |
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