Hablar de los Arribes del Duero es hablar de un río que forma la frontera más vieja de toda Europa durante 150 km entre dos países. Estos grandes cortados han sido formados por la erosión durante miles de años de varios ríos: Duero, Tormes, Uces, Huebra, Águeda, Turones y el Dos Casas.
Por este túnel se cuela la suavidad del Atlántico, teniendo un clima especial, propio, diferente al de la meseta que le rodea, siendo más cálido y húmedo: con una media anual de 15º, pocas heladas y una fuerte sequía estival.
Entre la fauna destaca la cigüeña negra y el buitre leonado, que es muy fácil de observar en los cortados, entre otras muchas especias de aves. Algunos expertos afirman que el lince aún habita estas tierras, aunque los datos oficiales lo den por extinto aquí.
Fermoselle
Pasamos un fin de semana en la zona, durmiendo en Fermoselle, en el Centro de turismo rural Marqués de Liseda, un pequeño hostal regentado por un matrimonio con un ambiente familiar, decorado de forma rústica y con una comida casera estupenda de la que se puede repetir todas las veces que queramos. El vino que sirven es de cosecha propia, bastante bueno, con cuerpo pero de sabor no muy fuerte. Desde aquí podremos dar una vuelta por el pueblo y disfrutar de sus miradores, su plaza mayor, sus calles y sus numerosos restaurantes.
El viernes para cenar nosotros visitamos el Restaurante España, en la calle Requejo, 16. El dueño, muy agradable y atento nos dará conversación y buenos consejos para elegir los platos. Es un bar para cenar de raciones, recomendamos la de champiñones.
Sábado
Salimos dirección el embalse de Bemposta rumbo a Miranda do Douro, dando una vuelta por la ciudad, visitando la catedral, la torre medieval y echando un ojo a las numerosas tiendas que en otra época tendrían su encanto pero que, actualmente, no tienen precios mucho más bajos que en España y que la mayoría de textiles están bastante pasados de moda.
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Embalse Bemposta |
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Plaza del Ayuntamiento |
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Órgano de la Catedral |
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Coro de la Catedral |
A las 12 nos dirigimos a la Estación Biológica internacional donde teníamos reservado un paseo en barco a las 12:30. Hay varias empresas en la zona que se dedican a este negocio, pero nosotros, tras darle muchas vueltas, nos decidimos por éste.
Pongo la página web de los dos más conocidos:
El barco iba totalmente lleno, con una guía que daba las explicaciones en español y portugués. El viaje dura 1h y 30 min. Merece la pena observar los cortados desde el mismo Duero, ver la vegetación de cerca y disfrutar de los tonos de verde. Mejor que contarlo lo reflejo con unas fotos:
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A ver quién encuentra el 2 |
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Pozo de las nutrias |
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También se puede hacer el recorrido en piragua |
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Vistas de Miranda desde el barco |
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Cortado |
Tras el paseo nos ofrecieron un espectáculo de cetrería y una degustación de vino.
Podemos comer en Miranda, en alguno de los muchos restaurantes que encontraremos en la Rúa do Mercado. Por unos 12 o 13 euros nos ofrecerán menús del día con bastante calidad y mucha, mucha cantidad. Es mejor no desaprovechar la oportunidad de probar el bacalao y sus ricos postres. Nosotros comimos en el Restaurante Miradouro y salimos encantados, aunque no pudimos acabar los platos del tamaño que tenían. Me gustó especialmente el bacalao al horno y el pudin.
Regresamos a España atravesando la presa de Miranda y nos dirigimos hacia el sur para llegar al mirador de las Barrancas, junto a la ermita del Castillo, en el término de Fariza. Para llegar después al embalse de la Almendra, una enorme superficie de agua y bordes arenosos, procedente del río Tormes, que cuenta con la presa más alta España: el salto de Villarino (202 m).
La carretera que une Trabanca con Fermoselle desciende hasta el lecho del río y permite contemplar de cerca su cauce.
A nosotros, al llegar a Fermoselle, nos dio tiempo a visitar el Centro de Interpretación:
Desde Fermoselle ponemos rumbo a Villarino de los Aires, poco antes de llegar, a la derecha nos aparecen las indicaciones del Mirador del Teso de San Cristóbal. Tenemos que dejar el coche en un parking.
Empezando el camino al mirador encontraremos una plaza de toros de piedra y unas mesas para comer. Subimos hacia la ermita de San Cristóbal, desde la que tendremos unas buenas vistas del río Tormes. Desde la ermita sale un camino hacia unas rocas, el Santuario Rupestre. La roca granítica adquiere aquí formas muy caprichosas que algunos asignan a las manos del hombre para ritos, sacrificios, tronos...
Ponemos rumbo a Pereña para visitar la ermita de nuestra Señora del Castillo, pero había romería y era imposible llegar porque por el camino iban carros, caballos y muchísima gente. Así que optamos por dirigirnos al Pozo de los Humos, por el camino que sale del mismo pueblo, aunque la verdad es que nos costó mucho encontrarlo porque está muy mal indicado. Si tenemos problemas lo mejor es pararnos y preguntar.
A unos 4 km del pueblo llegamos a un parking que se encuentra en una chopera con muchas mesas. Allí tenemos que dejar el coche (no siempre está cerrado, depende de la época del año podremos meter o no el coche) y continuamos a pie nuestro camino. El Pozo de los Humos se encuentra a unos 3 km a pie desde el aparcamiento, el camino no es complicado (al menos la ida que es cuesta abajo). Pero si es un día de calor tenemos que tener en cuenta que no hay ni una sombra la mayor parte de él. Si vamos con niños que no sea en las horas centrales del día y no olvidarse agua!
Las vistas merecen el camino.
Si nuestro viaje coincide al principio de la primavera, suele ser bastante espectacular por la gran cantidad de agua y, a primeros de mayo, suele secarse. Nosotros tuvimos suerte gracias a las intensas y numerosas lluvias de esta primavera.
Nos dirigimos a Aldeadávila para coger desde allí una carretera que nos lleva a la Playa del Rostro. La carreta tiene bastante inclinación y unas curvas muy pronunciadas, que nos llevan hasta el nivel del Duero. En este punto es donde se coge el otro barco y, después de ver el paisaje en esta zona, nos quedamos con ganas de volver para hacer esta excursión también.
En la playa tenemos algunas mesas para comer tranquilos, sobre todo al fondo, donde la gente parece que no quiere llegar y donde estaréis más tranquilos. Nosotros comimos en una de ellas y descansamos un rato disfrutando de este precioso entorno.
Desde aquí volvemos a Aldeadávila para dirigirnos al Mirador del Fraile. La carretera es no apta para personas con vértigo, tiene un par de curvas en la que no pude evitar cerrar los ojos (yo iba de copiloto!). El mirador se encuentra al final de la carretera, unas puertas nos impiden avanzar más. Es una estructura de metal sobre las piedras colgado de la ladera que recuerda a los púlpitos de las iglesias (de ahí el nombre). Si tenemos valor para subir a la parte más alta disfrutaremos de unas vistas espectaculares, con la presa a nuestros pies y numerosos buitres sobrevolando nuestras cabezas. A la derecha, en la roca, podemos ver las buitreras, fácilmente reconocibles por el color blanco sobre el gris. Un lugar para pararse un rato y sentir la naturaleza con toda su fuerza y belleza.
El último destino es Mieza para ir al Mirador del Colagón del Tío Paco, magníficamente acondicionado, y La Code, que se llega desde el anterior bajando por el camino. Desde los dos miradores podemos observar el Almezal de Mieza. Unas vistas increíbles que parecen de otras latitudes.
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En la orilla derecha la zona de verde más clara pegada al río es el almezal. |
Y desde aquí vuelta a Madrid, con la sensación de que el viaje a sabido a poco, quemados por el sol y con ganas del próximo!
Adjunto una página de la Wikipedia donde aparecen todos los miradores del Parque con sus coordenadas para llegar con más facilidad, ya que algunos de ellos no están señalizados.
Resumiendo, un autentica belleza a tan solo 3 horas y media de la capital que puede visitarse en un fin de semana.